jueves, 22 de enero de 2009

Educación, autonomía y elecciones

Educación, autonomía y elecciones

Raúl Arias Lovillo

Dos aspectos fundamentales de la vida universitaria que se entrecruzan: los tiempos recientes para la educación superior han sido de retos y oportunidades; a la educación superior le toca un papel importante y una responsabilidad fundamental en esta etapa de crisis.
La semana pasada nos reunimos los titulares de más de 400 universidades públicas federales, estatales y de institutos tecnológicos e interculturales de todo el país con la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, y ahí coincidimos en que debemos aprender y aprovechar el momento de México.
En el encuentro que tuvo lugar en el edificio de la SEP de la Ciudad de México, tuvimos otra convergencia que da sustento al piso común de nuestras aspiraciones: la inversión en educación es y seguirá siendo la mejor apuesta del Gobierno para alcanzar índices de bienestar y desarrollo.
Lo es en tiempos de crecimiento. Mucho más en tiempos de crisis como el actual.
La educación es la mejor herramienta de una nación para enfrentar dificultades económicas, políticas y sociales; acrecentar el capital humano y la inteligencia colectiva cohesiona a la sociedad, da estabilidad al país y garantiza la gobernabilidad.
Sería un error muy grave que los tomadores de decisiones –los encargados de hacer los ajustes al presupuesto– atenten contra el rubro educativo.
Afortunadamente, esto parece entenderlo muy bien el Gobierno Federal, gracias a la sensibilidad de la secretaria Josefina Vázquez Mota. Tomó una determinación que me parece fundamental: apelar ante las instancias correspondientes para que el presupuesto ya aprobado por la Cámara de Diputados quede blindado y sea respetado total y cabalmente.
En ese sentido, las instituciones de educación superior pueden estar seguras de que no sólo se salvaguardarán los recursos presupuestales, sino que también, como lo enfatizó Josefina Vázquez Mota en la reunión, se dará certeza y seguimiento a los apoyos establecidos a la educación superior pública.
Esta determinación es una prueba contundente de la confianza que se tiene en las universidades. A las comunidades académicas nos corresponde, precisamente, no sólo continuar sino superar lo que hemos hecho. En suma, nuestra mejor respuesta a esa decisión, pero sobre todo a la situación que estamos viviendo, es más estudio en la aulas, laboratorios y centros de investigación; más y mejor docencia; mejor difusión y vinculación con la sociedad veracruzana; y mucha, mucha calidad y honestidad intelectual en todo lo que hacemos.
Entiendo y asumo, por lo mismo, la importancia del esfuerzo y el esmero que cada uno de los universitarios, estudiantes, profesores, investigadores, trabajadores administrativos, manuales, técnicos y de confianza, ponen en su labor cotidiana.
No tengo duda de que este compromiso individual y colectivo, constituye la mejor aportación que podemos hacer para preservar y fortalecer a la Universidad Veracruzana y a la educación superior pública del país.
No dramatizar la políticaUn tema que surgió espontáneo entre los rectores y la secretaria de Educación fue el de las elecciones federales. Alguna persona se fue a fondo queriendo impulsar la idea de que las universidades deberían abrir indiscriminadamente sus puertas a los partidos, e incluso, promover los debates entre candidatos. Momento, dije.
Intervine y señalé lo que he sostenido siempre y que es la línea de actuación de la Universidad Veracruzana. Si bien la universidad se caracteriza por la pluralidad, también es cierto que el principio fundamental de su existencia es trabajar por la educación. Esa es su esencia. También es verdad, agregué, que en la UV siempre hemos sido respetuosos de todos los partidos políticos, y por lo tanto consideramos que este respeto debe ser mutuo y recíproco.
Señalé que una coyuntura electoral como la del 2009 no es parte primordial de nuestra agenda institucional o académica. Nosotros estaremos atentos, como estamos todo el tiempo, de nuestro entorno y, en especial, de este evento que entendemos es fundamental para nuestra vida pública.
Reconocemos su importancia pero su desarrollo es parte principal, eso sí, de la agenda ciudadana, de los partidos y de las instituciones civiles y de gobierno. A todos ellos, es a quienes les corresponde participar en este proceso electoral. Por nuestra parte, en lo interno, siempre estaremos resueltos a que se respete la libertad de expresión, de manifestación y de opinión de todos los universitarios por sus preferencias políticas, ideológicas, etc. Eso sí.
Asimismo asumimos que los partidos, como organizaciones de la sociedad, están sujetos a normas, y las normas del ejercicio de la autonomía universitaria establecida en la Constitución, las establecen las comunidades académicas. Es decir, –y en esto estuvieron de acuerdo mis colegas rectoras y rectores– dije que no se trata de dramatizar ni soslayar lo que pasa en la vida política, pero hemos de atenderla desde una perspectiva plenamente universitaria. Toda la política que sea bienvenida; pero sin que ésta intente influir en nuestras decisiones académicas, ni se entrometa y altere nuestras funciones, y mucho menos que los partidos pretendan utilizarla como instrumento para sus fines electorales. La autonomía por delante y punto.
En síntesis, dije, si algún partido político quiere venir a la universidad a exponer sus ideologías, lo deberá hacer bajo nuestras propias reglas. Así, ellos nos respetan y nosotros los respetamos. Y todos respetamos la autonomía universitaria.

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