Hacienda de Santa Margarita, Córdoba, Veracruz, México (foto:fjchain) Justicia a nuestros valores
Se sabe que desde principios del siglo XX la zona arqueológica de Toxpan era visitada por Ramón Mena, quien llegó a dirigir el Museo Nacional de México.
Se sabe que desde principios del siglo XX la zona arqueológica de Toxpan era visitada por Ramón Mena, quien llegó a dirigir el Museo Nacional de México.
Rubén Calatayud /El Mundo de Orizaba
México 04 de enero, 2009
México 04 de enero, 2009
Desde hace tiempo personas expertas se han venido empeñando en rescatar la zona arqueológica de Toxpan, asentada en lo que fue la Hacienda de Santa Margarita, de los hermanos Junquera y después del Ingeniero Modesto C. Rolland. Se sabe que desde principios del siglo XX el sitio era visitado por Ramón Mena, quien llegó a dirigir el Museo Nacional de México y por el Dr. Miguel Loyo, que fue por algún tiempo director general de Población de la Secretaría de Gobernación.
Don Ramón Mena Isassi, perteneciente a una distinguida familia de intelectuales cordobeses, hijo del ilustre José María Mena, gran impulsor de la Educación en Veracruz, antes de encargarse del museo, recibió las Palmas Académicas de Francia y fue embajador de México en Perú. Durante su gestión se descubrieron de las joyas de Monte Albán en la tumba número Siete. Don Ramón dudó mucho de la autenticidad de todo aquello y, obviamente, se echó de enemigo a don Alfonso Caso quien trató de eliminarlo ante el presidente de la República; el general Lázaro Cárdenas tildó de farsante al señor Mena y lo retiró del museo, por lo que Mena volvió en derrota enfermo y anciano a su tierra natal, donde amigos y discípulos nos dimos cuenta de la sabiduría del maestro y de la infamia que se había cometido con él.
El doctor Loyo, coscomatepecano de origen, también se interesó en las ruinas prehispánicas y visitó muchas de ellas incluyendo las de Toxpan. Tuve oportunidad de tratarlo dos veces y me asombraron su vitalidad, su optimismo, y desde luego sus conocimientos.
Recientemente la Universidad Veracruzana consiguió adquirir una extensión de terreno que incluye las pirámides y las ruinas coloniales del predio; allí se construye la USBI (Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Investigación) y se tienen para la zona de San Francisco muy importantes proyectos. La municipalidad construye un bulevar.
A reserva de dirigirme al Rector de la UV, es mi propósito pedirle que a esa nueva zona universitaria se le ponga el nombre del Dr. Gonzalo Aguirre Beltrán, antropólogo, gran investigador y que siendo un sencillo médico de la ciudad de Huatusco inició sus trabajos con un libro que intituló “El Señorío de Cuautochco”, que escribió cuando era médico de aquella vecina población. Las obras completas del Dr. Aguirre Beltrán han sido editadas por la Universidad Veracruzana. La información más verídica sobre el Yanga y la fundación de la Villa de Córdoba está contenida en los tomos de la mencionada colección.
Igualmente propondré que el nombre de Francisco Beverido Pereau figure en alguna de las secciones de las ruinas, en memoria de quien fuera el primer arqueólogo titulado nativo de Córdoba y muy distinguido hombre de ciencia en esa rama del conocimiento. Necesitamos hacer justicia a la memoria de nuestros valores y no dejar perder sus nombres en el olvido, como reconocimiento a sus diversas aportaciones.
Don Ramón Mena Isassi, perteneciente a una distinguida familia de intelectuales cordobeses, hijo del ilustre José María Mena, gran impulsor de la Educación en Veracruz, antes de encargarse del museo, recibió las Palmas Académicas de Francia y fue embajador de México en Perú. Durante su gestión se descubrieron de las joyas de Monte Albán en la tumba número Siete. Don Ramón dudó mucho de la autenticidad de todo aquello y, obviamente, se echó de enemigo a don Alfonso Caso quien trató de eliminarlo ante el presidente de la República; el general Lázaro Cárdenas tildó de farsante al señor Mena y lo retiró del museo, por lo que Mena volvió en derrota enfermo y anciano a su tierra natal, donde amigos y discípulos nos dimos cuenta de la sabiduría del maestro y de la infamia que se había cometido con él.
El doctor Loyo, coscomatepecano de origen, también se interesó en las ruinas prehispánicas y visitó muchas de ellas incluyendo las de Toxpan. Tuve oportunidad de tratarlo dos veces y me asombraron su vitalidad, su optimismo, y desde luego sus conocimientos.
Recientemente la Universidad Veracruzana consiguió adquirir una extensión de terreno que incluye las pirámides y las ruinas coloniales del predio; allí se construye la USBI (Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Investigación) y se tienen para la zona de San Francisco muy importantes proyectos. La municipalidad construye un bulevar.
A reserva de dirigirme al Rector de la UV, es mi propósito pedirle que a esa nueva zona universitaria se le ponga el nombre del Dr. Gonzalo Aguirre Beltrán, antropólogo, gran investigador y que siendo un sencillo médico de la ciudad de Huatusco inició sus trabajos con un libro que intituló “El Señorío de Cuautochco”, que escribió cuando era médico de aquella vecina población. Las obras completas del Dr. Aguirre Beltrán han sido editadas por la Universidad Veracruzana. La información más verídica sobre el Yanga y la fundación de la Villa de Córdoba está contenida en los tomos de la mencionada colección.
Igualmente propondré que el nombre de Francisco Beverido Pereau figure en alguna de las secciones de las ruinas, en memoria de quien fuera el primer arqueólogo titulado nativo de Córdoba y muy distinguido hombre de ciencia en esa rama del conocimiento. Necesitamos hacer justicia a la memoria de nuestros valores y no dejar perder sus nombres en el olvido, como reconocimiento a sus diversas aportaciones.
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